No sabía lo que era, no sabía cómo se sentía, lo único que sabía era que se sentía bien y me hacía feliz… Pero, ¿y Él? ¿Él también se sentiría igual que yo? Y aquí es donde comienzan mis miedos, mis dudas, mi inseguridad, mi terror a perderlo como amigo. Mi decisión fue guardar silencio y preservarlo como amigo, así ni él se sentía incómodo, ni yo triste.
Empezó de una manera común y corriente, con un hola, cómo te llamas, y todos esos cuentos que se dicen cuando se conocen las personas, y yo no lo recuerdo, pero dice él que dejé de hablarle por un tiempo, no sé cómo pude cometer ese error.
Después de ese tiempo él me volvió a hablar, y comenzamos de nuevo, intercambiamos números de teléfono, nos mandábamos mensajes siempre, para decirnos cualquier cosa, pero el motivo era estar siempre en contacto, llegó el día en que él me interesaba cada vez más y más, ya no podía estar sin saber de él, sin platicar con él,
Tenía esa necesidad de platicar con ese muchacho que poco a poco se fue ganando mi corazón