Dolida

Cuándo has amado a un hombre en la sombra por 20 años te preguntas porqué después de tanto tiempo insistes en seguir en esa relación. Mi caso tal vez no sea especial, pero necesitaba liberarme de tanto dolor. Eso me llevo a entrar aquí y escribir.

Desde que estaba en kínder mis amigos me molestaban con mi vecino Daniel, un pequeño diablillo, al cual desde esa edad no dejaba de mirar. Ya de adolescente me hice su noviecita, solo de agarrarnos de mano. Mi primer beso fue con él. Por motivos del destino yo me fui a vivir a los Estados Unidos a los 14 años y deje a mi amor de infancia en mi ciudad natal. A los 18 años volví. Yo no era la pequeña inocente, ni el mi pequeño tormento. Éramos dos jóvenes llenos de pasión, alegres y deseosos de vivir al máximo. Él había mantenido por los dos últimos años una relación estable con una chica de su colegio, yo no tenía novio. Cuando nos re-encontramos simplemente no pudimos dejar de un lado los sentimientos inocentes y bellos que habíamos pasado en nuestra infancia. Yo me enamore perdidamente. La pasión entre ambos era algo subliminal, no podíamos estar separados. Pero existía el
problema de su novia con quien él ya se había comprometido. El me pidió tiempo y paciencia para resolver el problema con su novia, pero no fue así a los tres meses de yo haber regresado con él, su novia quedo embarazada. Esa fue mi primera desilusión. Yo me aleje, sufrí cuando se casaron, cuando nació su primer hijo, y cada vez que pasaba con su familia, en frente de mi calle. Sin embargo cada vez que por casualidad nos encontrábamos sentía que sus palabras mágicas ejercían un control sobre mí. Quede como su amante y amiga. Tal vez se pregunten qué tiene de especial este hombre; pues te hace sentir que no hay nadie más que tú en este planeta, que sólo vive para ti y que te ama con pasión y dulzura. Así pase los siguientes 6 años de mi vida, bajo la sombra. Y aunque ustedes no lo crean era muy feliz. De repente algo cambio, yo quería algo más. Quería un compañero que no tuviera la necesidad de ocultarme, quería salir a bailar y comer en paz y no fijándonos antes de entrar a cualquier lugar quien estaba allí. Decidí apartarme y comencé a buscar nueva pareja. Encontré algunos muchachos buenos, trabajadores y respetuosos, pero ninguno con la pasión y entrega que me daba Daniel. Entonces un día me encontré a Daniel en una tienda y comenzamos a hablar, me dijo que se había equivocado al dejarme ir, que yo era quién lo mantenía en su centro. Que había cometido muchos errores. Que se había separado de su mujer y en el afán de tener algo como lo que teníamos antes, se había metido con una joven a la cual embarazo. Yo lo escuche, y hablamos por muchos días. Dentro de mí, me moría por entregarme a él, por sentir mi cuerpo vibrar solo como él sabía hacerlo, pero me contenía. Lo convencí de que regresara con su mujer, que le pidiera perdón y que siguiera con su vida. Cada palabra de ánimo para él era una daga en mi corazón. Después conocí a quien es actualmente mi esposo, era un joven tranquilo, trabajador y me amaba muchísimo. No lo pensé mucho. El terror de quedarme sola me convenció que era momento de casarme. Todo nuestro noviazgo fue lindo, tranquilo y romántico. Pero una vez nos casamos, todo se transformó en un infierno. Mi esposo me fue infiel desde el primer mes de casados. Sin embargo yo luche por ese matrimonio. Yo quería que funcionara. Después del primer año de casada ya estaba emocionalmente destruida, no me sentía mujer. No puedo recordar cuantas mujeres llamaban a decirme que yo era pésima en la cama, que por eso mi esposo tenía que meterse con otras. Mi esposo contestaba las llamadas que les hacían otras mujeres, dejaba los anillos de matrimonio en la cómoda, se arreglaba y llegaba al día siguiente borracho. Mi mamá, mi gran protectora, murió en ese año. No sabía qué hacer y tome la decisión de llamar al único hombre que me conocía más que yo misma. Llame a Daniel. Él estaba muy sorprendido, pero desde que me miro sabía que lo que yo quería era acostarme con él. No me cuestiono, me hizo el amor dulcemente como si fuera la primera vez. Después me beso y abrazo por varias horas sin decir ninguna palabra. Nos miramos y lloramos de felicidad. Nuestros encuentros se hicieron frecuentes, cada vez más apasionados, desenfrenados y a la vez tiernos y sinceros. Me quede con mi esposo, el comenzó a cambiar o por lo menos eso era lo que yo creía. Al final nunca cambio, me engaño. Ahora tiene un hijo de cuatro años con una joven de apenas 20 años. Daniel no quería que yo lo dejara porque él no podía dejar a su esposa, ya tenía con ella tres hijos y le aterraba el solo hecho de pensar vivir lejos de ellos.
Después de tantos años, Daniel dejo a su esposa. Yo realmente no se cuáles fueron las razones pero yo estaba feliz. Saque a mi esposo de mi vida. Me liberé de esa vida de traumas y maltratos. Y ahora que pensé que por fin podría darme una oportunidad de ser feliz con Daniel, resulta que él tiene una nueva pareja. A la cual ha llamado dentro del círculo de amigos que mantenemos en común "su mujer." Estoy destrozada. Él lo niega, me dice que yo me volví loca. Ayer fui a casa de un amigo, porque Daniel me dijo que estaba allá. Lleve una caja de cerveza y una botella de Ron. Yo nunca tomo, pero ayer hice una excepción. Me tome dos tragos y le dije, "Esta es mi despedida. Te amo demasiado que si en tantos años no he podido hacerte feliz y has tenido que buscar otra persona, entonces acepto desaparecer de tu vida y dejar que por lo menos uno de los dos encuentre la felicidad." No me contesto nada. No me miró.
Siento un dolor físico en mi corazón como si tuviera algo muy pesado amarrándolo. He llorado por horas y como el dolor era demasiado para mí, decidí escribir aquí. Son veinte años, ya no soy una muchachita, ya no soy ni tan atractiva. Soy una mujer trabajadora que amó toda su vida al hombre incorrecto. Creo que nunca dejare de amarlo, pero ahora sé que hacer. Solo tengo que seguir viviendo, seguir adelante...

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